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LA GRAN CHINA INSULAR: EL VUELO DEL DRAGÓN ROJO EN ALTAMAR

  • Héctor Balmaceda Sunderland
  • 18 ago 2015
  • 6 Min. de lectura

El sentimiento han (pronunciado jan) de la Gran China, ha sido uno de los ejes de política interior y de política exterior desplegado por Beijing para determinar las relaciones de la República Popular China con su periferia inmediata.

Dicho sentimiento no es otra intención que la política de una China monolítica, unitaria, territorialmente consolidada, teniendo en cuenta sus dimensiones y ajena a dinámicas 'dañinas' contra a la seguridad nacional; dinámica proveniente de la vasta diversidad cultural que alberga la República Popular.

Beijing y los chinos de la etnia han ponen en práctica dicho sentimiento como una línea discursiva esencial para las relaciones internacionales chinas y como una suerte de idiosincrasia -siempre consciente- ante los chinos de otras etnias.

La Gran China es un ideario que ha permeado el accionar de Beijing desde la conformación del Estado al considerar a la República China (Taiwan) parte del territorio de la República Popular China (RPC), así como dar el tratamiento de provincias que requieren de un sometimiento duro y frecuente a las Repúblicas Autónomas de Mongolia Interior (Nei Mongol), de Turkestán Oriental (Xinjiang Uygur) y del Tíbet (Xinzang).

No obstante, el gobierno chino proyecta esta actitud proactiva y este comportamiento proconsular ulterior a Formosa y es que, la RPC sostiene diferendos diplomáticos con otros Estados a razón de disputas territoriales en el Mar Amarillo, en Mar de China Meridional y en el Mar de China Oriental[1].

Fuente: Blog Geoperspectivas

Las disputas por las Islas Spratly, por las Islas Senkaku o aquellas por el Arrecife Scarborough, son una constante de la Política Internacional de Asia Pacífico.

Sin embargo, en días recientes, el pulso del conflicto ha pasado de ser simplemente diplomático para adquirir tintes diplomático-militares.

Es común que se hable de la militarización de Asia Pacífico, no por nada la RPC es uno de los Estados que reportan mayor gasto militar en el planeta y que tanto el Estado de Japón como la República de Corea son clientes asiduos de la industria armamentística estadounidense.

El equilibrio de la correlación de fuerzas se mantiene relativamente similar desde el origen de los conflictos y los gobiernos de cada Estado involucrado mantienen un detallado panorama del estado situacional de los diferendos diplomáticos, pues tienen calculados los costos-beneficios de aventurarse en una guerra, como menciona Ankit Panda[2]. Teniendo en consideración lo anterior, aún hay que analizar ciertos puntos ex post que hacen de este nuevo episodio de las tensiones, algo singular:

  • El reciente incidente entre navíos chinos y estadounidenses fechado el 05 de Diciembre de 2013, refleja la animosidad de dos de las potencias rivales más grandes del orbe que, sin duda alguna, la proximidad física de sus fuerzas armadas navales hacen patente el compromiso de sus gobiernos por defender sus intereses en el Mar de China y que; coincidentemente, esa misma proximidad física parece más intencional que incidental.

  • El decreto al aumento del gasto militar por parte del Estado de Japón dirigido a la adquisición de vehículos marinos y aéreos sobre el presupuesto de defensa de emergencia emitido a principios de año[3], refleja el imperioso margen de autodefensa de Tokio frente a Beijing, teniendo en ponderación las restricciones constitucionales que el Estado tiene sobre asuntos de guerra. Así, el premier japonés, Shinzo Abe, recalcó el sinuoso camino que está tomando el gobierno chino en la región luego de que este impusiera la zona de identificación aérea sobre las Islas Senkaku. Este aumento se presenta como contrario a la tendencia de descenso de la canalización del erario japonés a menesteres castrenses de los últimos diez años[4].

  • Pero el gasto militar chino supera con creces el japonés, toda vez que Beijing ha doblado desde hace diez años el presupuesto de Tokio destinado a las políticas armamentísticas. Queda claro que la superioridad numérica de las FF.AA. chinas es la variable más sobresaliente ante una eventual guerra y que su gasto militar le permitiría a la RPC la posibilidad de contar con más recursos ante el Estado de Japón que, por otra parte; tiene superioridad en cuanto a FF.AA. navales y su disponibilidad para emplazarlas geoestratégicamente para defender el archipiélago debido a que, en este sentido, le resultaría al gobierno japonés más sencillo defender el terruño que arriesgarse por invadir la China continental. Inclusive, Japón cuenta con aliados tradicionales y podrían sumársele aliados coyunturales si el conflicto armado entra en una vorágine tal que los gobiernos de la República de China, la República de Filipinas y/o la República Socialista de Vietnam vislumbraran oportunidades de sobreponerse ante Beijing y ajustar cuentas pendientes.

Fuente: El País Internacional http://internacional.elpais.com/internacional/2013/12/17/actualidad/1387267607_919648.html

El conflicto es claramente geopolítico, empero, deben de señalarse los factores tanto intrínsecos como exógenos que inciden en este para vislumbrar que tanto se puede complicar y para evitar la vaguedad de su denominación en el léxico académico:

  • Asia Pacífico ha adquirido la etiqueta –del que escribe- de ser la región con mayor interacción comercial debido a la concurrencia de potencias económicas y económico-comerciales como la República de Indonesia, la República de Singapur o el mismo Estado de Japón. Debido a ello, las rutas comerciales se han convertido en factores endógenos del alto dinamismo geoeconómico en el Estrecho de Malaca, del Mar de Célebes y del Mar de China Meridional. De los mercados más importantes que tienen lugar sobre las rutas de Asia Pacífico, el petrogasífero es de una inmensurable cuantía para la RPC, ya que, aunque las líneas de aprovisionamiento que corren desde Asia Central hasta China Oriental abastecen una significativa demanda energética china, la supremacía geoeconómica la mantienen los buques cisterna que viajan desde el Mar Rojo y el Golfo Pérsico hasta los puertos de la RPC. La protección a las rutas comerciales es un imperativo para Beijing debido a que parte de la seguridad energética china descansa precisamente en la estabilidad del Mar de Célebes y en el Mar de China Meridional. Mantener la Paz y Seguridad Internacionales regionales es prioritario y bajo la óptica de la Gran China, si es necesario hacerla prevalecer sometiendo a la periferia, así deberá ser –aunque parezca contradictorio al mismo principio. Alcanzar la Paz y la Seguridad Internacionales no siempre tienen como camino la armonía entre los Estados o entre los actores domésticos-. Si se desatara un conflicto armado de grandes dimensiones, Beijing se enfrentaría ante dos escenarios en Asia Pacífico: 1) si ya mantiene bajo su paraguas de seguridad a la periferia que le interesa, garantiza el flujo regular de petróleo por medio del comercio marítimo. 2) De no ser así, el gobierno chino arriesga a la RPC de quedar a expensas de otros actores que llegasen a controlar las rutas y su seguridad energética quedaría comprometida.

  • Tanto para Japón como para China, el asunto siempre tendrá connotaciones de seguridad nacional. Puesto que uno y otro Estado, al encontrarse tan próximos espacialmente, la carrera armamentística de uno significa mantener -si bien no siguiendo la misma rítmica- bajo la misma cuadratura, los avances en investigación, desarrollo, adquisición, mantenimiento y ejercicio táctico a todo lo que corresponda al fortalecimiento de sus brazos armados.

  • Siguiendo la línea de la seguridad nacional, tanto para el gobierno de la RPC como para Japón, Filipinas como Surcorea significan representaciones militares o bastiones estadounidenses, cabezas de playa dispuestas en una suerte de rosario alrededor del territorio chino que conservan siempre bajo amenaza latente no sólo la seguridad nacional, sino el ideario de la Gran China y con ello, la tradicional dignidad de la alta jerarquía han de Beijing.

  • Para finalizar, continuando con la tónica anterior, preservar el sentimiento de la Gran China, no sólo ha sido tanto objetivo como un eje rector de la política exterior china, sino ha sido un instrumento, un adalid teórico para conservar unido mediante el uso de la fuerza y el orden públicos a ese Estado con una amplia población que presenta sentimientos de irredentismo y movimientos secesionistas; determinando una fracción de la política interior y haciendo que parte de la política nacional se decante hacia el diálogo de cooperación y conflicto entre el gobierno central y las Repúblicas Autónomas. Hacer valer el sentimiento han de la Gran China en el exterior reivindica el derecho del gobierno chino por preservarlo al interior y viceversa.

Beijing también lleva ese mismo adalid teórico de un Estado fuerte, unido y consolidado hacia un exterior cambiante, hacia la reconfiguración del Orden Mundial; puesto que se requiere de todo el Poder Nacional (y léase de todo capital humano disponible) para hacer de la RPC la superpotencia hegemónica global.

Por tanto, el ideario, el imaginario de la Gran China se presenta como uno de los elementos del pulso del acontecer de la región en cuestión y es necesario mantener un monitoreo frecuente para saber si este nuevo capítulo trascenderá a la Política Mundial como un punto de inflexión hacia la escalada del conflicto o si bien, podrá ser catalogado como otro episodio más de tensión y distensión en las tirantes relaciones de Asia Pacífico.

La situación no debe ser tratada con ligereza o llevada al reduccionismo, tampoco hacia el fatalismo, pues en ambos absolutos se pierde la dimensión del estado situacional, el cual debe tratarse con cautela, pues se trata de una espiral diplomática estrechamente vinculada con la guerra entre potencias en una región de cuantía geoestratégica.

[1] Haciendo alusión a aquellas de carácter insular, ya que las disputas territoriales también se presentan de manera continental entre la República de India, la República Islámica de Pakistán y RPC por Cachemira; entre el Reino de Bután y la RPC así como aquellas disputas que se encuentran dirimiéndose entre este último Estado y la República Kirguisa o con la República de Tayikistán por la definición de las fronteras políticas en la Gran Cordillera Centroasiática.

[2] http://thediplomat.com/2013/12/rationalist-explanations-for-war-in-the-east-china-sea/

[3] Tokio autorizó el incremento de un 5% al presupuesto.

[4] Dicho gasto se ha incrementado un 13% desde 2011.

 
 
 

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