LAS CLAVES DEL DIFERENDO NAGORNO-KARABAKH
- Héctor Balmaceda Sunderland
- 16 may 2016
- 8 Min. de lectura
“La Geopolítica de hoy no se trata del Gran Tablero Mundial, como plantea Brzezinski, sino de muchos tableros en los cuales juegan diferentes juegos los mismos jugadores. Karabakh es uno de esos tableros en donde los jugadores globales –EE.UU. (OTAN), Rusia– y los locales –Turquía, Irán, Rusia– pueden siempre desempeñar roles activos.” -Ashot Margaryan

Desde el pasado 02 de abril del presente año, un conflicto perdido en la congeladora de la agenda internacional reapareció, sumándose al pulso de la Política Internacional, siendo foco de atención de los medios de comunicación tras 22 años de falta de voluntad diplomática; pausa que finalizó no a raíz de la imperiosa necesidad de determinar por la fuerza las tan vitales fronteras políticas entre ambos Estados que dirima de una vez el conflicto, sino más bien por un carente diálogo entre Bakú y Ereván.
Antes de proseguir con el análisis, debemos preguntarnos y saber qué es dicho territorio. Es un área autoproclamado como la República de Nagorno-Karabakh, cuya capital es la ciudad de Stepanakert. Es un territorio armenio de facto, pero de iure pertenece a la República de Azerbaiyán. Está bajo control militar armenio después de la Guerra del Nagorno-Karabakh (1991-1994).
Haciendo algo de historiografía, los precedentes del conflicto son rastreables a partir de 1917, en el marco de las revoluciones de Febrero y de Octubre, es decir, en la Guerra Civil Rusa. El debilitamiento del Imperio Ruso conllevó a la creación del Comisariado Transcaucásico, gobierno regional interino que pretendía conservar los territorios del Cáucaso Meridional bajo una administración apegada a los estándares rusos, y reservarlos para la sucesión de régimen que pretendía el Gobierno Provisional Ruso.
Después la Revolución de Octubre entre bolcheviques y mencheviques y en medio del desconcierto nacional, se creó la Comuna de Bakú, entidad disidente al gobierno provisional regional, entidad que estaba en contra de que el gobierno descansara en Tbílisi (actual capital georgiana). La Comuna de Bakú casi logró su cometido merced de lo siguiente:
[if !supportLists]· El Imperio Ruso y el Imperio Turco fueron dos potencias adyacentes, ergo, requerían dirimir su necesidad intrínseca por definir bordes –los imperios tienden a tener fronteras dinámicas agresivas de expansión o de contracción entre sí–. Dicha rivalidad se extendía hasta la modalidad de guerras subsidiarias (proxy wars). Armenios y turcos –túrquicos a fin de cuentas– han mostrado unos a otros una animadversión basada en superioridad etnocentrista. El Imperio Turco decidió respaldar a la población azerí de Nagorno-Karabakh para a) socavar la integridad territorial del terruño armenio y b) contar con los azeríes como aliados en contra de los armenios, toda vez que…
[if !supportLists]1. [endif]Para impedir que el Segundo Imperio Alemán ocupara territorio nacional ruso, Moscú, capital del nuevo superestado (la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) firmó el Tratado de paz Brest-Litovsk en marzo de 1918, con el cual cedía a los turcos (aliados de los alemanes), entre otros territorios: Ardahan, Kars y Batumi, áreas pobladas por armenios y georgianos. Esta cesión se realizó para mantener la integridad territorial de la esfera del Cáucaso lo más íntegra posible, en la lógica de compensación por desgaste/deterioro por guerra.
[if !supportLists]2. [endif]En este orden de ideas, las fuerzas armadas del otrora Imperio Turco ocuparon Ardahan, Kars y Batumi. Fue entonces que el Comisariado Transcaucásico dejó de serlo y se convirtió en la República Democrática Federal de Transcaucacia, –una suerte de confederación de cuasi Estados– para confrontar la presencia militar turca; empero, la unión no duró mucho, pues la entidad azerí reivindicó soberanía sobre Nagorno-Karabakh.
[if !supportLists]3. [endif]Sumado a ello, otras fuerzas ‘nacionales’ (locales) lograron erosionar el poder del gobierno central. Fue que Armenia, Azerbaiyán y Georgia aparecieron en el mapa como entidades nacionales. La población túrquica del Alto Karabaj (otra forma de nombrar al territorio, castellanizada) decidió incorporar su terruño a Azerbaiyán con el ya mencionado respaldo turco.
Pero las bazas azeríes fueron cimbradas, pues el aliado de la Triple Alianza fue derrotado junta con ésta, y británicos junto con franceses ocuparon los territorios invadidos por el sucumbido imperio. Los Acuerdos Sykes-Picot fueron puestos en marcha.
Una vez tomadas posiciones y establecido esferas de influencia, Londres dispuso de sus fuerzas armadas en el Levante Mediterráneo y estas ocuparon Transcaucasia, poniendo fin a las aspiraciones azeríes en Nagorno-Karabakh.
El Tratado de Versalles estaba en puertas, y la Conferencia de París de 1919 se estaba llevando a cabo. Las negociaciones de paz incluían el desmembramiento territorial, así como político-jurídico, de las potencias aliadas: el Segundo Imperio Alemán fue partido por el Corredor Polonia y se le despojó del Sarre y de sus posesiones ultramar; el Imperio Austrohúngaro entró en fase de disolución para dar lugar a los Estados sucesores de Austria y Hungría; el Imperio Turco –lo de otomano es redundante– dio paso a la República de Turquía bajo el principio de uti possidetis iuris, a Yugoslavia, Bulgaria, Siria, Irak, Líbano y al Mandato Británico de Palestina, entre otros.
En la Conferencia también se discutió el Tratado de Sevres, que terminó por descuartizar al Imperio Turco, lo que dio lugar a que l Triple Entente gestionara los territorios del otrora imperio en el Cáucaso.
Hasta este momento, las constantes configuraciones territoriales en torno al Alto Karabakh empezaban a sumar inconformidades entre la diversidad étnica del Cáucaso Sur. Hay que tomar en cuenta que las proclamaciones por el territorio también son históricas, pero aún más antiguas, pues las partes aluden la posesión de Nagorno-Karabakh desde centurias atrás.
En ese mismo año, en enero, la población azerí, que generalmente habitaba en la sección musulmana de Shusha/Shushi, experimentó una explosión demográfica, degenerando en un choque cultural etnocentrista entre armenios y azeríes, quienes ya empezaban a percatarse de un temprano –y a la vez tardío– nacionalismo, tal y como lo percibieron las poblaciones turquestanas y khorasaníes de Asia Central.
Esto desembocó en el primer pogromo (genocidioejecutado instantáneamente por la población) que marcaría la historia contemporánea de las relaciones azerí-armenias: el pogromo de Susha.
En 1920, lo que quedó de la Federación fue anexado al territorio nacional de la URSS, después de que Moscú fuera capaz de dicha acción y de administrar la esfera del Cáucaso y el Cinturón Islámico. Tres años más tarde, sin poder discernir la pertenencia legítima de la zona en disputa, las autoridades soviéticas decidieron zanjar el asunto estableciendo un oblast (provincia) ahí mismo, fundando el Oblast Autónomo de Nagorno-Karabakh.
Dicha decisión no fue salomónica, lo que hubiera podido resultar más sano, mientras Moscú ponderaba la condición definitiva; por el contrario, ya que si bien el oblast tenía carácter de autónomo, Bakú se encargaría de administrarlo.
En realidad, el carácter de autónomo fue acuñado de modo ex profeso para dar a entender que en dicho territorio no habitarían azeríes étnicos, por lo que con el poco entendimiento etnográfico de las autoridades soviéticas (no sólo ha pasado en el Cáucaso), trazaron los límites territoriales según las zonas habitadas por armenios, provocando un enclave caprichosamente diseñado en terreno azerí.
En 1987, a las Repúblicas Socialistas de Armenia y de Azerbaiyán les fue asignado como dirigente del sovjoz (una suerte de terrenos agrícolas dados por concesión que dependían del gobierno central) a un azerí, lo que provocó que los armenios se proclamaran en contra. Es decir, la animadversión entre las partes es histórica y tiene un claro cariz etnocentrista, si se le suma a un oriundo como autoridad gubernamental, el problema se decantaría hacia la parcialidad burocrática, el cacicazgo y el clientelismo.
Un sovjoz fue la denominación que se le dio a los terrenos colonizados por el Imperio Ruso consagrados a la explotación agrícola y toda actividad económica bucólica. Nagorno-Karabakh fue el territorio en discordia entre ambas Repúblicas Socialistas.
En 1992, comenzó el conflicto abierto, conflicto en aquel entonces doméstico, el cual se internacionalizó tras la disolución de la URSS (1991). Así empezó la Guerra de Nagorno-Karabakh. Nunca se emitió un reconocimiento definitivo, y esto duró hasta el mismísimo año de la disolución. No obstante, no hubo una declaración oficial tras el surgimiento oficial de la República de Armenia y la República de Azerbaiyán. Por tanto, que el conflicto armado dio inicio.

El cese al fuego fue firmado entre Ereván y Bakú en mayo de 1994, con la participación de Moscú, y la ronda de negociaciones fue impulsada infructuosamente por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, por medio del Grupo de Minsk. Los esfuerzos de la organización fracasaron, pues el grupo no fue capaz de enfrentar la situación, al parecer de quien escribe, porque los procesos diplomáticos y el entendimiento geopolítico europeo no concuerdan con los procesos diplomáticos y la geopolítica de una región que no pertenece a Europa. Así de sencillo: tradicionalmente, Bruselas, Frankfurt y Estrasburgo han considerado y dado tratamiento al Cáucaso y a Asia Central como regiones de geometría variable funcional, es decir, como regiones sensibles a ser utilizadas mediante políticas pragmáticas para conseguir beneficios de Asia Meridional o Asia Pacífico.
Un ejemplo de ello es el impulso que se le otorga a la llamada Nueva Ruta de la Seda por medio de los programas INOGATE y TRASECA, programas que tienen la finalidad de conectar Asia Pacífico con Europa a través de las dos regiones que ‘se interponen’ –por así decirlo–, ya que prácticamente en vez de interconectarse, utilizarían al Cáucaso y a Asia Central como territorios de paso, no de tránsito. Pero el problema no es la incapacidad diplomática ( sea esta por falta de competencia o de carencia de voluntad) o por la connotación geoeconómica que se le dan a estas dos importantes regiones, sino que el trasciende hacia lo geocultural.
En todo conflicto existen los actores protagónicos, los que se encuentran en liza, sean nacionales o internacionales; así como los periféricos o secundarios, que pueden ser nacionales e internacionales –en conflicto puede ser local o internacionalizarse, ampliando las posibilidades de cantidad e interacción de actores–. En este caso, el conflicto armado azerí-armenio por Nagorno-Karabakh es internacional, pues desde su brote cruzó fronteras.
Es un asunto que se encuentra en agenda desde 1994, es decir, ya se cataloga como un conflicto congelado. Mientras los esfuerzos de la Comunidad Internacional (actor secundario) no surtan efectos favorables para la resolución pacífica de controversias, el conflicto seguirá siendo un conflicto congelado largo tiempo. Si los actores protagónicos tampoco muestran gestos de aproximación o de interés por negociar, el conflicto se perpetuará, haciéndose normal en el pulso de la Política Internacional.
Existen cuatro actores locales, o nacionales, a los que siempre se les deberá tomar en cuenta para entender y comprender tanto los antecedentes del conflicto, como su mismo desarrollo: la población armenia y la azerí en
Nagorno-Karabakh, así como el gobierno azerí (Bakú) como el armenio (Ereván).
Cuando los armenios tomaron Alto Karabaj, los azeríes expulsados se mudaron a siete zonas en la adyacencia de este territorio, convirtiéndose en lo que conocemos como desplazados [internos]. No tardo mucho para que las fuerzas armadas armenias enquistadas en Nagorno ocuparan estas siete zonas, generando que Ereván reivindique a todas las tierras ocupadas como territorio nacional armenio.

El status quo sólo le beneficia a una parte: la armenia, que implica al gobierno armenio y a la población armenia emplazada en Nagorno-Karabakh, debido a que la población armenia ha hecho de este territorio un puesto avanzado de los intereses geopolíticos de Ereván, imponiéndolos como un tema imprescindible en las relaciones diplomáticas azerí-armenias; además de convertir al territorio en cuestión en plaza fuerte dentro de Azerbaiyán con población armenia altamente armada y belicista, pues cuenta tanto con civiles como con militares. Simplemente, el status quo conlleva al impasse, y de ahí se degenera hacia la actual escalada.
Es tan grave esta anterior, que la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCdE) y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) han solicitado la retirada de las fuerzas armadas armenias de los territorios ocupados; y es que Nagorno-Karabakh es el más conocido, pero existen otros territorios adyacentes a este que se encuentran bajo esta situación.
El presidente armenio, Serzh Sargsyan, ha empleado el tema como un apalancamiento a favor de su desmejorada imagen ante la oposición, ya que lo ha utilizado como ardid para distraer la atención de esta, politizando aún más al conflicto que ya forma parte de los ejes de política exterior de ambos Estados, y por supuesto, es parte del nacionalismo armenio.
La escalada, aunque propensa ante el status quo, no se desató por sí misma, toda vez que las declaraciones oficiales azeríes reflejaban inconformidad por el proceso de paz y un fuerte deseo por cambiar el formato del proceso; esto desde mediados de 2014. Dichas declaraciones fueron tomadas por Ereván como provocaciones.
El resultado, bajo la lógica de interacción de ambos gobiernos respecto al tema, fueron las posturas beligerantes que dejaron entre ver que la única vía para solucionar el conflicto era el desencadenamiento de despliegues militares. Eso parece ser un pretexto ante la falta de diálogo y de buena voluntad, tanto por los actores protagónicos como por los secundarios.
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